lunes, 7 de noviembre de 2011
LA ZORRA QUE SE TENDIO COMO MUERTA
Lectura: La zorra que se tendió como muerta
Hablando otro día el conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo haci:
- Patronio, un pariente mío vive en un lugar donde lo hacen frecuentes atropellos. A mi pariente le resulta muy penoso sufrir cuantas afrentas le hacen y está dispuesto a arriesgarlo todo antes que seguir viviendo de ese modo. Como yo quisiera que el hiciera lo más conveniente, os ruego que me digáis que debo aconsejarle.
- Señor conde Lucanor –dijo patronio-, para que le podáis aconsejar lo que debe hacer, me gustarías que supierais lo sucedido a una zorra que se hizo la muerta.
El conde le pregunto cómo había pasado eso.
- Señor conde Lucanor – dijo patronio-, una zorra entro una noche en un corral donde había gallinas y tanto se entretuvo en comerlas que, cuando pensó marcharse, ya era de día y las gentes estaban en las calles. Al verla, la gente pensó que lo estaba y nadie lo hizo caso.
Al cabo de un rato paso por allí un hombre que dijo que los cabellos de la frente de la zorra eran buenos para evitar el mal de ojo a los niños, y, asi, le trasquilo con unas tijeras los pelos de la frente.
Después de acerco otro, que dijo lo mismo sobre los pelos del lomo; después otro, que le corto de la ijada; y tantos le cortaron el pelo que la dejaron repelada. A pesar de todo, la zorra no se movió, porque pensaba que perder el pelo no era un daño muy grave.
Después llego otro que dijo que los dientes de zorra eran bueno para el dolor de muelas. Le quito uno, y la zorra tampoco se movió otra vez. Por último, pasando un rato, llego uno que dijo que el corazón de la zorra era bueno para el dolor del corazón, y echo mano al cuchillo. Viendo la zorra que le querían quitar el corazón, y que si se lo quitaban no era algo de lo que pudiera prescindir, y que por ello moriría, pensó que era mejor arriesgarlo todo antes que perder ciertamente su vida. Y así se esforzó por escapar y salvo su vida.
Y vos, señor conde, aconsejad a vuestro pariente que dé a entender que no le preocupa esas ofensas y que las tolere, mientras esas ofensas y agravios los pueda soportar sin gran daño para él y sin pérdida de la honra. Pero, en cuanto los demás sepan que se siente humillado, si desde ese momento no hace cuanto debe para recuperar su honor, será cada vez más afrentado y ofendido.
Y por ello es mejor soportar las ofensas leves. Pues no puede ser evitada; pero si los ofenceres cometieren agravios o faltas a la honra, será preciso arriesgarlo todo y no soportar tales afrentas.
El conde pensó que era un buen consejo. Y don Juan lo mando poner en este libro e hizo estos versos que dicen haci: Soporta las cosas mientras pudieras, y véngate solo cuando debieras
Don Juan Manuel. El conde Lucanor
(Adaptado)
Tipo de texto: Narrativo
Variedad: Fabula
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